martes, 29 de septiembre de 2009

CULTURA VERTICAL


por Manuel Sesma Sanz

El sábado 26 de septiembre, en plena celebración del Hay Festival de Segovia, el diario PÚBLICO recogía en la página 10 una entrevista que Amador Fez-Savater había realizado al periodista y escritor Guillem Martínez. El autor de ´Barcelona rebelde` (editorial Debate) habla de la cultura española actual denominándola Cultura de la Transición (CT) que “consiste en una cultura vertical en la que el Estado –y en ocasiones, la empresa por lo que sea se identifica con el proyecto o los negocios del Estado– gestiona la agenda de accesos a la realidad. (…) Es una cultura que básicamente, oculta, impide o denuncia todo lo que sea problemático. En fin, es una cultura tutelada que tutela.”

En este sentido, quizá el Hay Festival sea un modelo de libro –entiéndase el doble significado del término– de lo que es una cultura tutelada que tutela. Los profesionales de los medios informativos conducen y protagonizan, son los guionistas y actores a la vez, de unos encuentros en los que se oculta “todo lo que sea problemático”. Entre vinos, recepciones, palmaditas y entrevistas con preguntas y respuestas tópicas y evidentes se crea una atmósfera de complacencia y complicidad.

En la entrevista de referencia, Fez-Savater pregunta “¿Cómo se manifiesta la CT en la cultura local?”, a lo que Guillem Martínez responde: “Se manifiesta no creando problemas y aceptando como problemas los que propone el Estado. Ejemplos mil: los medios no informan de la crisis, informan básicamente, de las medidas gubernamentales, que son otra cosa. Literatura: no existe la crítica literaria. Eso es algo problemático por lo que las reseñas locales consisten en loar. Cine: las tramas tienden al sentimentalismo y carecen, por lo común, de problematización, pero es imposible comunicárselo a Almodóvar porque, lo dicho, no hay crítica por escrito. Arte, a lo bruto: triunfa lo que triunfa en el extranjero (…). Es el premio a no crear problemas.”

A mi me suena todo esto como una experiencia tomada de Segovia que, salvo honrosos casos puntuales, carece de unos medios informativos comprometidos con el análisis, con la crítica y mucho menos con la discrepancia. La cultura oficial va a misa, dicho sea entendido en todos los sentidos posibles de la frase. Y quien cree problemas, quien opte por analizar las causas, quien decida sacar a la luz las tramas ocultas, quien discrepe de la cultura vertical será anatematizado.

Lo grave de esta situación está en la salida. A la pregunta “¿Qué fenómenos actuales le interesan como esbozos de una cultura crítica?”, Guillem Martínez (guillemmartinez.com) responde. “No sé si hay esbozos de una cultura predominante en la línea contraria de la CT: una cultura beligerante, problemática, no decorativa (…) en esa cosa tan vertical como la CT, los medios de comunicación, por ejemplo, van perdiendo autoridad entre ERE y ERE…” Sin embargo, perder autoridad no significa perder poder, porque los medios están al servicio de los poderosos, del poder. Lo grave de la situación es que Segovia reproduce el modelo general y claro, a mal de muchos… Lo grave de la patética situación es que, a escala local, la mediocridad se hace más patente porque la falta de perspectiva mitifica a las pequeñas cabezas de ratón y nos impide ver la cultura horizontal.




LO QUE SOMOS Y LO QUE NOS SENTIMOS



________________________________________Editorial

Ser segoviano significa haber nacido en Segovia, o llevar tanto tiempo por aquí, que ya nos consideremos nativos. Otro asunto es "sentirse segoviano" y luego está lo de "orgullosamente", "de toda la vida" o "por encima de todo".
Algunos, como el que suscribe se siente "segoviano reposado", quizá por ser de barrio periférico, quizá por haber empatizado con otros medios, regiones o países, o también por rechazar de entrada los "chauvinismos" facilones que a veces "la mayoría" nos pone en bandeja.
¿Qué hay más asequible que querer, creer y esperar lo que ya todos quieren, creen y esperan?. ¿Qué hay de meritorio en eso tan cacareado de "ser muy amigo de tus amigos"? ¿no será más aséptico, realista y veraz tener espíritu crítico para apreciar las cosas y personas en su término justo?
Deberemos pues, admirar y valorar a los que quieren lo suyo y lo sienten y defienden orgullosamente a capa y espada, pero no deberemos rechazar a los que de vez en cuando nos "dan un toque" sobre aquello que hacemos mal (aunque lo hagamos desde siempre), o nos hagan ver que lo nuestro quizá no sea lo mejor, lo más apropiado y sobre todo no despreciar a los que nos abren los ojos para invitarnos a vernos desde fuera. En esos términos de equidad y sensatez, "sí me siento segoviano" aunque como repito a los amigos. "Más de sierra y de tierra, que de murallas y vallas". (Es un decir)

domingo, 27 de septiembre de 2009

TESTIMONIO DE VIDA, DE UNA SEGOVIANA EJEMPLAR


Una segoviana de Fuentidueña y residente en Navacerrada (Madrid) escribe a OPINA EN SEGOVIA, con el siguiente comentario:
Hola. Soy Maria Moreno Alvaro, naci en Fuentidueña (Segovia) y soy enferma de Parkinson desde los 33 años, con 39 de experiencias compartidas con todos. Soy una mujer con ansias de vivir y de positividad extrema. Segun los que leyeron mi libro y me oyeron en conferencias un ejemplo a seguir. Si leeis mi blog " Luchando por la vida" , http://fuerzayvalor.blogspot.com él os dara la contestacion a como he sido, soy y, mientras pueda, seguire siendo. Un saludo.

viernes, 25 de septiembre de 2009

EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA (UNA OPINIÓN MÁS)


Leo en la prensa local que en Castilla y León hoy se ha reconocido la objeción de conciencia a la asignatura Educación para la Ciudadanía a tres alumnos de la Comunidad y que el consejero de la Presidencia y portavoz de la Junta, José Antonio de Santiago-Juárez tranquilizó a los padres de los alumnos objetores, asegurando que el Decreto que regula la asignatura en la Comunidad la ha descargado de toda la ideología.
Esto me recuerda que hace poco escribí un artículo, censurado inexplicablemente por cierta prensa y que ahora es momento de reproducirlo.


EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA (UNA OPINIÓN MÁS)
Escribo aquí para exponer mi agradecimiento al Estado Español por la inclusión en el Currículo estudiantil de la controvertida asignatura “Educación para la Ciudadanía” y lo hago no siendo profesor de esa asignatura, sino mero observador del debate que ha suscitado.
El motivo es que, en mi opinión, mediante ella, ciertos jóvenes conseguirán estabilizar la complicada percepción que tienen del mundo exterior, a menudo condicionada por las influencias sociales que les toca vivir, léase amistades, familia u otros agentes humanos, que aprovechando su privilegiada posición de adultos, les arengan con criterios subjetivos sobre qué es lo moral, lo ético o lo que debería hacerse en cada caso.
Toda esta carga anímica, que de forma natural se añade a su bisoña perspectiva de “lo que les viene” y que corresponde, según los libros de texto consultados, a la etapa “heterónoma” de la vida, no estaría mal y sería suficiente para alcanzar los objetivos religiosos, políticos y morales, que la sociedad pretende de ellos, si no fuera porque no siempre corresponde a criterios ecuánimes. Es más, la contradicción campa a sus anchas en ese flujo informativo al que son sometidos.
Mientras unos políticos les dicen que los demás lo hacen todo muy mal, esos demás dicen exactamente lo contrario. Si preguntan a su padre (o madre) sobre el tema, les dice que no crea en la política y si preguntan a la otra parte de la pareja, les contesta que la política es la base de la democracia y el método menos malo de gobernar y que “ya lo dijo Eisenhower”.
Por suerte en el “Insti”, en esa asignatura nueva, le explican que todas las opiniones son respetables pero que los políticos son necesarios para esto que hemos dado en llamar democracia, y que hay políticos que hacen bien su trabajo y otros mal, como en cualquier profesión, porque la honestidad y deshonestidad de las personas, para con sus principios, no viene condicionada precisamente por la actividad a la que se dedican.
En otros terrenos, como el religioso, los familiares más allegados, aun siendo bienintencionados y queriendo lo mejor para ellos, añaden confusión a su inexperta forma de ver las cosas. Unos defienden métodos directos e impositivos para convencer a la gente de qué se debe creer, otros son más permisivos, otros siguen la religión mayoritaria, que por serlo quizá tenga más razones para ser verdadera, otros alguna de sus variantes más minoritaria, u otras más exóticas, otros se hacen una religión de bolsillo, tomando un poco de aquí y otro poco de allá para salvarse sin tener que aceptar dogmas demasiado drásticos y otros simplemente practican lo que les dicta su conciencia sin más.
Con la EpC, se trata de enseñar que aparte de lo verdadero, que iremos alcanzando con el tiempo y que nos beneficiará más personalmente, tenemos lo justo y lo solidario, que va a beneficiarnos también, pero después de hacerlo con el entorno, el prójimo y el modelo de vida actual en el que nos movemos.
En cuanto a los modos de convivir, me había preocupado que esta asignatura despistara en el sentido de cómo hay que respetar a los demás, a cómo hay que educar a los hijos o cuál sería la alternativa a esta familia con la que cada uno convive. Pero ni por esas he llegado a inquietarme, porque tal como leo:
“En cuanto a la composición, existen familias compuestas por padre, madre e hijos, familias monoparentales, familias reconstruidas, etc.
Por otra parte, los cambios sociales han supuesto que los miembros de la familia repartan las funciones y papeles familiares siguiendo un criterio de oportunidad”.
Bueno, aquí se dice lo que hay, pero no observo injerencias adoctrinando sobre qué sería lo mejor.
Sigo leyendo: “Con todo, hay algo que no ha cambiado: la familia sigue siendo el elemento natural y fundamental de la sociedad (Declaración Universal de los Derechos Humanos) y la primera escuela del individuo”.
¡Ah, pues entonces todo está en orden! Esto querrá decir que la familia es la primera escuela, pero luego esa primera escuela deberá ir dando paso a otras, que reflejen más ampliamente el medio en que los jóvenes van a convivir como adultos, para que elijan su modo de ver las cosas, incluso diferente del de su familia, si llega el caso. ¡Está claro!
Además, si en alguna familia hubiera desordenes morales, abusos o influencias totalitarias, sería bueno que una asignatura como esta, explicara con ecuanimidad (cosa que creo, hace), el camino que esos alumnos implicados deberían seguir, para no desequilibrarse afectivamente.
Insisto y acabo: “Gracias a quien corresponda, en definitiva, por defender y apoyar como persona, (en esta hora semanal que se le dedica) al alumno en la asignatura Educación para la Ciudadanía.
Por cierto, alguno de los profesores de EpC, al verme escribir esto, me han hecho una observación que añado: “En cuarto de la ESO, se lleva muchos años explicando estas cosas en la asignatura de Ética y nunca ha protestado nadie. Ahora le han cambiado el nombre (Educación Ético-Cívica) y algún tema, pero incluso la han reducido de dos horas semanales a una”.
Yo le he mirado y juntos nos hemos encogido de hombros. Son “cosas que ocurren” y vete a saber por qué en ocasiones se discrepa más y por qué en otras menos, en temas como estos y por qué en esta ocasión se ha hecho tanto.
En fin, aquí lo dejo y que cada uno saque sus conclusiones, que después de tanto debate, ya va siendo hora.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Nuevo curso académico: ¡Ante todo ilusión!


La tendremos que sacar de donde no la haya, reinventarla como si entráramos por primera vez en el aula, descubrirla en las miradas, un tanto desconcertadas, que el alumnado se lanza el primer día de clase mientras nos escruta con nerviosismo esperando que algo suceda. Algo deberemos hacer, en definitiva, para extraerla de aquellos lugares en donde se encuentre y apasionados, manifestarla.

Deberemos manifestar, los profesores, la ilusión de que es posible educar y que a corto o largo plazo nuestra labor siempre dejará huella, manifestar, a su vez, los alumnos y alumnas, la ilusión de que aprender les hará más libres y autónomos en la vida y por lo tanto, más capaces de alcanzar la felicidad y finalmente, manifestar, sus padres, la ilusión de que solamente en los centros de enseñanza, la información, tan abundante y diversa, en nuestra sociedad, se convierte en conocimiento aséptico, capacidad de discernimiento y pauta racional, por la cual sus hijos alcanzarán la madurez y la independencia.

Es imprescindible que todo el colectivo educativo muestre esa ilusión a corto plazo. Ya pasaron los días en que estudiar era, sobre todo, un distintivo social y una garantía de futuro asegurado; un “algo” que había que hacer porque sino “no vas a ser nada en la vida”.

No es eso lo que deberíamos transmitirles a nuestros alumnos al empezar el nuevo curso. De eso ya se encarga el resto de la sociedad, incitando -y no digo que con razón- a acabar la E.S.O. a toda costa, para hacer tal o cual Módulo, o Bachillerato, sin el cual no podemos acceder a esto o aquello.

Ese razonamiento es importante, pero ineficaz en la mayoría de los casos, por ser un objetivo de largo recorrido, algo que se refiere a “cuando yo sea mayor”, mientras que ahora, en la inminencia del principio de curso, lo que preocupa, sobre todo lo demás, es inyectar entusiasmo a un proyecto continuado de diez meses, desarrollado en el afán de cada jornada.

La misión del profesorado, en esta ocasión, es estar alejado de ese “marketing” académico (por lo menos en la Educación Secundaria Obligatoria), y dar al día a día educativo, sentido por sí mismo, dentro de un ambiente lúdico y divertido, en el cual el alumnado mantenga, con logros cotidianos, la atención sobre lo que aprende y renueve, en cada sesión, el estímulo por alcanzar nuevas metas, sin que eso vaya en detrimento del rigor y la disciplina.

El profesor tiene la habilidad suficiente para que el alumnado aprenda jugando, bajo unas normas preestablecidas, se distienda cuando todo el colectivo acuerde hacerlo y mantenga silencio, cuando el silencio sea requerido, para el bien de la mayoría.

Los alumnos y alumnas, deben sentirse parte principal de esa escenificación anual y saber muy bien, sin engaños ni promesas falsas, el papel que representan, siendo conscientes, así mismo, de las propias limitaciones de los profesores, hecho que por regla general, también ayudará a su implicación protagonista en el proceso educativo.

Debemos conseguir de una forma u otra que el alumnado recupere la frescura de su reciente infancia pasada, para no contestar tan encorsetadamente a la pregunta fundamental: “¿Por qué estás aquí?” con el consabido: ”Para acabar la ESO”, “para estudiar una carrera”, “para ganarme la vida”, “ porque me obligan en casa”, “porque no me queda más remedio”, etc… y que sean más frecuentes cada vez otras respuestas como: “Para aprender a organizarme”, “para aprender a relacionarme y madurar”, “para comprender lo que me rodea”, “para tener conocimientos y opinar con criterio propio”,…

Este último tipo de respuestas sería un buen indicativo de que la educación está haciendo su cometido y que vamos por el buen camino, buena señal de que estamos salvando la sonrisa y el desenfado responsable, dentro de las aulas, en un proceso ilusionante por sí mismo.

Retomo pues el mensaje del principio: “El mayor favor que nos podemos hacer los docentes, es transmitir a nuestros alumnos y alumnas, la ilusión de hacer posible, un curso más, el proceso educativo, en que creemos y por el cual trabajamos profesionalmente”.

Ojala lo hagamos y ojala nos dure hasta junio. Suerte a todos.

* Catedrático de Matemáticas del I.E.S. “Fco. Giner de los Ríos” de Segovia