__________ Editorial
O mejor: en qué la hemos convertido. Pero eso lo sabemos todos, únicamente queda aclarar por qué hipócritamente no llamamos al pan, pan y a la torrija, torrija. Los verdaderos creyentes en la Resurrección de Jesucristo, celebran durante todo el año el sentirse salvados y a la vez, practicantes activos de ese mensaje que su lider espiritual, de hace dos mil años, les transmitió. A veces incluso, (también hay que decirlo), lo defienden, por encima de escrituras, homilías y encíclicas, pero lo sienten de una forma uniforme que hace que no les impresione especialmente la parafernalia procesional y ritual de estos días. Por otro lado (por otro lado distinto, claro) está el folclore, lo tribal, lo que une a los más sociales, e incluso aglutina a individualistas que estos días, se atan, se uncen un madero, se descalzan o se someten al ritmo monótono trepidante de tambores y matracas. Y por un tercer lado, está el deseo de dirigentes e instituciones, de que este espectáculo y su arte, siga atrayendo a turistas deseosos de celebrar la primavera en los exteriores que les ha denegado el largo invierno. Una vez que nadie está llamado a engaño, puede continuar la fiesta, pero estaría bien dejar las anuales diatribas, por estas fechas, de "Parece mentira, lo religioso que es fulano, cuando el resto del año no se le ve por la iglesia" o "a mí, mi cristo que no me lo toquen", por no citar otras citas, menos citables. Un saludo y buena expansión del ánimo/a, en general.
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