jueves, 16 de septiembre de 2010

POR UNA ÚNICA Y SIMBÓLICA VEZ: “SÍ A LA BOLA”


Sí que parecía, hasta el momento, poco debatido el final de la vigésima etapa de la Vuelta Ciclista a España. Sobre todo teniendo en cuenta el PORN y el emplazamiento de dicho final dentro del futuro Parque Nacional de Guadarrama.

Por eso, me extrañó que no hubiera ostensible oposición, desde un principio, al proyecto, después de las declaraciones de Perico Delgado hablando de la ilusión del ciclismo español por llevar a cabo esa meta en la Bola del Mundo, o las de Javier Guillén, director de la Vuelta, por llevar a término el deseo del anterior, Enrique Franco, en el sentido de conseguir lo que todos los aficionados al ciclismo, alguna vez en nuestra vida hemos soñado llegar a ver.

Antes o después era probable que se produjera un comunicado como el reciente de Eduardo Martínez de Pisón; Santiago de Mora-Figueroa, Marqués de Tamarón; Juan Luis Arsuaga y Antonio Sáenz de Miera, pienso que cargado de coherencia, en el sentido de censurar la iniciativa, por ser una agresión al medio ambiente fundamentalmente y debo confesar que cuando yo supe la noticia, tuve el mismo sentimiento de rechazo.

Se enfrentaban no obstante, en mi fuero interno, las preferencias por el futuro ecológico deseable de nuestra sierra, con la ilusión medio infantil atesorada durante años de que aquí mismo, en Segovia, se patentizara un Angliru, un Mortirolo casero, que rivalizara con los grandes puertos de las Vueltas ciclistas.

Ahora, estando ya a las puertas del evento, o quizá, para quien esto lea, en fechas posteriores, quiero dejar constancia de mi cambio de opinión y de la justificación de dicho cambio.

Pienso que los experimentos no traumáticos, como éste, deben ser hechos por lo menos una vez y sacar conclusiones sensatamente. (Recuérdese la polémica, en sentido parecido, con la subida a los Lagos de Covadonga, la prohibición posterior y la continuidad de esa Etapa, como indudable escaparate propagandístico para los Picos de Europa y Parque Nacional de los Picos de Europa).

Todo está preparado para que el paraje de la Bola del Mundo quede limpio y he comprobado que no se ha tocado el pavimento existente en la subida, ni añadido ningún elemento diferente del ya existente (que si ha aumentado, y hasta en exceso, en el mismo lugar, para la práctica del esquí).

Por lo tanto, estoy a favor de esta única y, quizá, última celebración de un sueño, antes de que las protecciones ecológicas impidan su celebración. Veamos realizado, aunque sea en una sola ocasión la ilusión de ver cómo el pelotón se desgaja en un último esfuerzo por “gatear” sobre dos ruedas por esa pendiente increíble, tomemos fotos, grabemos videos y, finalmente, volvamos a la sensatez de dar a lo natural naturaleza.

Por cierto, y dicho cariñosamente a los firmantes del comunicado citado: “Los que nos hemos zurrado por las carreteras con la bici, sabemos que no tiene nada, pero nada, que ver la alternativa de Valdesquí, con la que se va a realizar”. Ni por dificultad, ni por el significado simbólico. Un saludo a todos y disfrutemos este maravilloso y casi surrealista final.

jueves, 9 de septiembre de 2010

ANTE TODO ILUSIÓN

Norberto García Hernanz

La tendremos que sacar de donde no la haya, reinventarla como si entráramos por primera vez en el aula, descubrirla en las miradas, un tanto desconcertadas, que el alumnado se lanza el primer día de clase mientras nos escruta con nerviosismo esperando que algo suceda. Algo deberemos hacer, en definitiva, para extraerla de aquellos lugares en donde se encuentre y apasionados, manifestarla. Deberemos manifestar, los profesores, la ilusión de que es posible educar y que a corto o largo plazo nuestra labor siempre dejará huella, manifestar, a su vez, los alumnos y alumnas, la ilusión de que aprender les hará más libres y autónomos en la vida y por lo tanto, más capaces de alcanzar la felicidad y finalmente, manifestar, sus padres, la ilusión de que solamente en los centros de enseñanza, la información, tan abundante y diversa, en nuestra sociedad, se convierte en conocimiento aséptico, capacidad de discernimiento y pauta racional, por la cual sus hijos alcanzarán la madurez y la independencia. Es imprescindible que todo el colectivo educativo muestre esa ilusión a corto plazo. Ya pasaron los días en que estudiar era, sobre todo, un distintivo social y una garantía de futuro asegurado; un "algo" que había que hacer porque si no "no vas a ser nada en la vida". No es eso lo que deberíamos transmitirles a nuestros alumnos al empezar el nuevo curso. De eso ya se encarga el resto de la sociedad, incitando -y no digo que no sea con razón- a acabar la E.S.O. a toda costa, para hacer tal o cual Módulo, o Bachillerato, sin el cual no podemos acceder a esto o aquello. Ese razonamiento es importante, pero ineficaz en la mayoría de los casos, por ser un objetivo de largo recorrido, algo que se refiere a "cuando yo sea mayor", mientras que ahora, en la inminencia del principio de curso, lo que preocupa, sobre todo lo demás, es inyectar entusiasmo a un proyecto continuado de diez meses, desarrollado en el afán de cada jornada. La misión del profesorado, en esta ocasión, es estar alejado de ese "marketing" académico (por lo menos en la Educación Secundaria Obligatoria), y dar al día a día educativo, sentido por sí mismo, dentro de un ambiente lúdico y divertido, e n el cual el alumnado mantenga, con logros cotidianos, la atención sobre lo que aprende y renueve, en cada sesión, el estímulo por alcanzar nuevas metas, sin que eso vaya en detrimento del rigor y la disciplina. El profesor tiene la habilidad suficiente para que el alumnado aprenda jugando, bajo unas normas preestablecidas, se distienda cuando todo el colectivo acuerde hacerlo y mantenga silencio, cuando el silencio sea requerido, para el bien de la mayoría. Los alumnos y alumnas deben sentirse parte principal de esa escenificación anual y saber muy bien, sin engaños ni promesas falsas, el papel que representan, siendo conscientes, así mismo, de las propias limitaciones de los profesores, hecho que por regla general, también ayudará a su implicación protagonista en el proceso educativo. Debemos conseguir de una forma u otra que el alumnado recupere la frescura de su reciente infancia pasada, para no contestar tan encorsetadamente a la pregunta fundamental: "¿Por qué estás aquí?" con el consabido: "Para acabar la ESO", "para estudiar una carrera", "para ganarme la vida", " porque me obligan en casa", "porque no me queda más remedio", etc… y que sean más frecuentes cada vez otras respuestas como: "Para aprender a organizarme", "para aprender a relacionarme y madurar", "para comprender lo que me rodea", "para tener conocimientos y opinar con criterio propio",… Este último tipo de respuestas sería un buen indicativo de que la educación está haciendo su cometido y que vamos por el buen camino, buena señal de que estamos salvando la sonrisa y el desenfado responsable, dentro de las aulas, en un proceso ilusionante por sí mismo. Retomo pues el mensaje del principio: "El mayor favor que nos podemos hacer los docentes, es transmitir a nuestros alumnos y alumnas, la ilusión de hacer posible, un curso más, el proceso educativo, en que creemos y por el cual trabajamos profesionalmente". Ojalá lo hagamos y ojalá nos dure hasta junio. Suerte a todos. -- (*) Catedrático de Matemáticas del I.E.S. "Fco. Giner de los Ríos" de Segovia