miércoles, 27 de enero de 2010

¡Qué hacer con la prisa!


Dar en los morros a la prisa es una de las más difíciles tareas en la actualidad, dado que la prisa existe a toneladas y se cuela por los resquicios de nuestra realidad constantemente. Por otro lado, existen discrepancias en cuanto a la manera de hacerlo. Unos opinan que es mejor abandorar algunas de las actividades que nos sumergen en un frenesí vital de consecuencias infartantes y otros, por el contrario, son partidarios de abordar todo lo que se nos ponga por delante, eso sí con una conveniente dosificación, lo cual nos lleva a sopesar, cómo narices se dosifican todos los papeles, encargos, recados e imprevistos que surgen a lo largo de la jornada cotidiana. Otra posibilidad intermedia sería el "desdoblamiento de personalidad", algo así como dejar encargado a un "yo" currante, todas las actividades rutinario-tediosas, mientras que "otro yo" paralelo, elevado por encima del primero, se dedica a ver las cosas más de color de rosa y bañadas de oleaje tropical incluso a cuatro bajo cero. El caso es que afrontar la prisa, hay que afrontarla, ya que la otra opción sería sumirse en la depresión, que nos quita de momento el estres, para luego regalarnos otros estados más deprimentes. ¿Cual es la opción de cada uno?. La mía es tener algún objetivo ilusionante a medio plazo, que me haga mantenerme optimista en medio de la "marabunta diaria", algo así como ese "otro yo" del que hablaba antes. Eso sí, teniendo en cuenta que dificilmente nadie va a venir a abreviarnos las responsabilidades que solo a nosotros competen. Pero esa es mi salida: encaramarme en cualquier conato de primavera que se vislumbre en la mañana. Buenos días.

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