
___________________________Editorial
No es normal que en un viaje rutinario de Madrid a Segovia, por mucho que se quiera atribuir a lo casual, un autobús reviente una rueda, como ha ocurrido en la tarde del día 26 de noviembre, poco antes de atravesar el tunel de Guadarrama. Según los presentes, el conductor se vio en un serio apuro, dando bandazos asustado hasta conseguir enderezar el vehículo, entre el griterío y desasosiego de los viajeros que pensaron, por momentos, en un irremediable vuelco. ¿No se revisan periódicamente las ruedas de estos autobuses?, ¿en qué manos están nuestros estudiantes y trabajadores esforzados, cada día en sus viajes a Madrid? ¿No hay nadie que pueda exigir responsabilidad a una empresa que ha sido frecuentemente acusada de monopolio de este servicio?
¿Abusa la Sepulvedana de su poder, cuando al comprar un billete a las 5.45 para las 6, te lo da para las 6.15 y se queda tan ancha? Eso, por no contar con la segunda parte de este accidente que no produjo, por fortuna, heridos. Nos referimos al posterior calvario que les supuso esperar a estos pasajeros, diferentes autobuses que iban viniendo a Segovia, en lugar de fletar uno especialmente para devolver a todos los afectados a casa de una vez. Sabemos de viajeros que han llegado hasta tres horas después a sus casas, por este motivo, teniendo que levantarse mañana de nuevo a las 5 para meterse en un nuevo "bus" de la Compañía. La mejor y también la peor, la única. ¿Habrá disculpas? ¿Habrá explicaciones? Continuará.