martes, 13 de octubre de 2009

EL FILO DE LA NAVAJA

______________________Editorial
¡Qué poca diferencia hay, a veces, entre el optimismo y el pesimismo. Casí las mismas situaciones, pero con diferentes matices, pueden hacer que nuestro ánimo caiga a un lado u otro del filo de la navaja. El móvil no me daba cobertura y estuve intranquilo un rato, hasta que lo apagué y encendí de nuevo, y allí me hallaba de nuevo optimista, comunicándome con el mundo. Leí una noticia sobre los graves daños en Las Tablas de Daimiel y sobre la pertinaz sequía y me puse ecológicamente, diría que vitalmente, triste, pero luego me consolé pensando que forzosamente lloverá pronto y en un nuevo pantano. También es cuestión de controlar lo que vemos y leemos y el cariz de las conversaciones pesimistas u optimistas de las personas cercanas, para equilibrar nuestro ánimo. Luego está lo del vaso medio vacío o medio lleno y sobre todo, la prisa que nos obliga a ir hacia adelante sin demasiados entretenimientos ni vaguedades superfluas. En última instancia tenemos esta tarde por desentrañar investigar y deglutir y el instante inminente por disfrutar, por encima de todos los miedos, precauciones y propósitos futuros. Así que, leeré la prensa con comedimiento, haré mis reflexiones diarias y luego, me entregaré a la soleada estepa castellana y a la visión de sus azuladas sierras que saben, sobremanera, como aplicarme dosis de optimismo.

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